martes, 3 de marzo de 2009

Isla Quiribrí

Carlos Ml. Zamora
Comisión Nacional de Nomenclatura



Limón 2007
Isla Quiribrí



Su historia

En el año 1502 llegó Cristóbal Colón Fontanarrosa en su cuarto y último viaje a las costas del Caribe de Costa Rica. Sus naves fondearon nuestro litoral y anclaron en las proximidades de lo que hoy día es Puerto Limón. Sin embargo, las fuentes coinciden al afirmar, que el almirante no desembarcó.

Se dice que Colón se admiró de la belleza de una pequeña isla, que se ubicaba frente a Cariay (Cariari). Se trataba de la isla denominada por los indígenas como Quiribrí y que él procedió a bautizar como La Huerta. Tiempo después fue renombrada como Uvita.



Dibujo que rememora las carabelas ancladas frente a Cariari

Hernando Colón, hijo de Cristóbal, acompañaba a su padre en aquel viaje, y años después realizó el siguiente relato. “El domingo 25 de Septiembre (1502), siguiendo hacia el mediodía, fondeamos en una isla llamada Quiribrí, y en un pueblo de tierra firme llamado Cariay, que eran de la mayor gente, país y sitio que hasta entonces habíamos hallado; así árboles altísimos, como porque dicha isleta era frondosísima, llena de boscajes de árboles muy erguidos, así de palmitos y mirobálanos como de otras muchas especies. Por lo cual el Almirante la llamó la Huerta”.

Don Carlos Meléndez Chaverri, en un artículo titulado Colón y la isla de La Huerta, presenta el relato que realizará el Padre Bartolomé de Las Casas del viaje de Colón a estas tierras, “fueron a echar anclas entre una isleta llamada Quiribrí y en un pueblo de la tierra firme llamado Cariarí. Allí hallaron la mejor gente y tierra y estancia que habían hasta allí hallado, por la hermosura de los cerros y sierra y frescura de los ríos y arboledas, que se iban al cielo de altas, y la isleta verde, fresquísima, llana, de grandes florestas, que parecía un vergel deleitable; llamóla el almirante La Huerta, y está del dicho pueblo Cariay, la última luenga, una legua pequeña”.

Indica que ésta es una descripción precisa de una isleta con un paisaje exuberante, típico del bosque húmedo tropical y por la distancia con la tierra firme, concuerda con la ubicación de la antigua Quiribrí. Según Meléndez, el relato presentado por Hernando Colón se originó en las mismas fuentes, que el de Las Casas y fue publicado en Venecia en lengua italiana en 1571. Pero al referirse a La Huerta se escribió La Hucita, con indudable error conforme al dato de Las Casas. Lo cual sugiere, que probablemente de aquí pudiera arrancar el nombre de Uvita. Con el que se conoció por mucho tiempo la isleta. Sin embargo, Don Felipe Valentini en una investigación sobre la flora de la zona, traducida y publicada en 1943 por Monseñor Víctor Manuel Sanabria, reconoce la existencia en la costa de Limón, de una vid de la misma familia de la parra europea, que produce un gigantesco racimo pero duro y ácido y no comestible, que podría justificar el nombre de la isleta.


Alegoría del encuentro de Cristóbal Colón con aborígenes de la zona
(dibujo de Antolín Chinchilla)
La isla

En 1977 Constantino Láscaris publicó un artículo en el periódico La Nación, en el cual relataba su experiencia al visitar la isla. Indicaba que era un gran bloque de piedra recubierto de vegetación. Conocida como La Uvita, por unas matas rastreras que abundan en la costa y que dan un fruto en racimos semejantes a la uva de la vid. Ocho años después, el 26 de Septiembre de 1985, la isla fue declarada patrimonio histórico y en 1986 la Comisión Nacional de Nomenclatura procedió a restituirle su primigenio nombre “Quiribrí”, como parte de los preparativos para la conmemoración del “Quinto Centenario del Descubrimiento de América”, a celebrarse en 1992.





La isla se localiza a unos 2 o 3 kilómetros de Puerto Limón y se puede alcanzar su costa en tan sólo unos 10 minutos, desde el muelle Alemán, siempre y cuando el mar esté calmo y se viaje en un bote a motor. De acuerdo a las directrices de la Junta Administrativa para el Desarrollo de la Vertiente Atlántica (JAPDEVA) nadie puede permanecer en la isla después de las 6 de la tarde.

Posee unas 6 hectáreas de terreno, menos de 1 kilómetro de largo, de sur a norte y acaso los 300 metros de ancho. Por su ubicación privilegiada se constituye en una barrera natural para la protección del puerto. No es llana y siguiendo un sendero se le puede dar la vuelta en una media hora, teniendo cuidado de no resbalar por los farallones.

En la isla se ha erigido un muelle, un faro marino y una casona. El muelle, si bien es pequeño, permite un fácil arribo de los botes y está construido en concreto. El faro marino se encuentra provisto de una estructura metálica de 5 o 6 metros de alto, instalado en un montículo de unos 40 metros sobre el nivel del mar, que precisamente es la parte más elevada de la isla. La casona, ubicada frente al muelle, es de grandes dimensiones y se halla provista de amplios corredores, con un diseño de influencia victoriana. Es de madera y de unos 250 a 300 metros cuadrados. La energía eléctrica, para la iluminación nocturna, se consigue a través de paneles solares; mientras que el abastecimiento de agua potable se obtiene de Puerto Limón o recogiendo agua llovida.




La cubierta vegetal

La isla se halla inmersa en la costa del Caribe, por ello su clima y vegetación son propios del trópico húmedo.

Estructuralmente la isla es una plataforma rocosa de cascajo en la cual casi no hay tierra. Sin embargo, se encuentra tapizada de gran variedad de especies vegetales, que permiten concentrar una agradable temperatura y le confieren esa inigualable imagen de verdor, que se aprecia desde la costa y que maravillara hace quinientos años al almirante.

Entre las plantas que se pueden observar en el sitio están los almendros, el poro peruano, pacayas, tabacones, guarumos, cedro amargo, gran profusión de helechos y palmeras. Se dice que las palmeras fueron sembradas en la misma época, en que otras de su tipo fueron sembradas como parte del diseño del Parque Vargas de la ciudad de Limón.



Si tomamos el sinuoso sendero de 600 metros de largo, que circunda la isla podremos apreciar en todo su esplendor la cubierta vegetal presente en el lugar. Así como disfrutar en su recorrido de sus espectaculares miradores, instados en las diversas elevaciones del terreno. Algunas entradas de mar forman pequeñas y hermosas áreas ideales para disfrutar de un baño.

A nivel de fauna la isla no ofrece gran variedad, dadas sus dimensiones y características. No obstante, existen pequeñas lagartijas, unas minúsculas arañas y hormigas. En la actualidad, además, coexisten en ese habitad dos pericos ligeros y dos perros traídos desde tierra firme. A nivel de aves se da la presencia de zopilotes y sobre todo de gaviotas, que llegan con el fin de anidar durante algunos meses del año.

La pesca al igual que en toda la vertiente del Caribe no es muy importante y se práctica en forma artesanal. Pese a ello, en las aguas próximas a Quiribrí se puede obtener pargo rojo, chancho, jurel, atún y marlin.

Epilogo

El 25 de Agosto del 2007, los Sres. Walter Robinson, Presidente Ejecutivo de JAPDEVA, Ricardo J. Méndez Viceministro Administrativo del Ministerio de Cultura y Juventud, Edwin León Villalobos, de la Academia de Historia y Geografía de Costa Rica, Manuel Araya Incera de la Comisión Nacional de Conmemoraciones Históricas y Carlos Ml. Zamora de la Comisión Nacional de Nomenclatura llevaron a cabo una gira de inspección a la isla en la marco de la preocupación por resaltar el verdadero nombre del sitio. Ese día se decidió elaborar dos placas conmemorativas alusivas a la llegada de Cristóbal Colón y al rescate del nombre oficial de la isla, que serán instaladas en la isla y en el anfiteatro localizado frente al Parque Vargas de la ciudad de Limón.




Fuentes consultada.

González Vázquez, Fernando. Colón en Cariay. Indagando en el encuentro ocurrido en 1502. Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. 1995.

Láscaris, Constantino. La Uvita. En La Nación del 29 de Noviembre de 1977, p. 15 A.

Meléndez Chavarri, Carlos. Colón y la isla de La Huerta. Expediente Centro de Patrimonio Cultural.